El otro día respondí una pregunta que habían formulado en una historia de Instagram…
La cual contesté rápidamente y sin titubear.
La pregunta era la siguiente:
¿QUÉ TE HACE FELIZ?
Yo me lo tome como un: ¿Qué te hace feliz señorita Mar Burgos? Exacto. Como si fuera sólo para mí, exclusivamente para mí solita, esa pregunta trascendental, que saca de quicio a más de uno, que revuelve la vida de otros, que ha contribuido a crear libros, películas, a filosofar a muchos, a producir escenas de amor, a escribir novelas inquietantes… todo eso, para mí.
Típica pregunta, diréis algunos, pero lo que me hace gracia de todo esto, es que, muchas veces me hago esa misma pregunta (o preguntas similares) y me cuesta muchísimo más responderla, y por las razones que sean, se me olvida con muchísima facilidad qué es lo que realmente me hace feliz. O eso, o soy un poco “lela” y me empeño en hacer lo contrario, que también puede ser.
La cuestión es, que ahí estaba la pregunta, directa y sencilla (tal como debería ser la vida), la cual yo contesté con toda la naturalidad del mundo y con el corazón en la mano:
“Me hace feliz sentirme en paz conmigo misma, sentirme querida y querer a los míos, un buen libro, una buena serie, conversaciones interesantes y profundas, cumplir con la rutina y mis objetivos (que lo mío me cuesta señores), la naturaleza, los animales, serme fiel, ir al teatro, al cine, salir a tapear, tomar algo, y/o hacer algún plan alternativo con gente que sencillamente valga la pena…”
La cuestión es… que después de responder a la maldita pregunta… me di cuenta de varias cosas:
¿Cuántas veces he despreciado a mis seres queridos, hemos discutido, nos hemos hecho daño, y hemos llegado a odiarnos?
¿Cuántas veces doy vueltas en la cama mirando las puñeteras redes sociales cuando podría estar leyendo un magnífico libro o mirando una buena serie?
¿Cuántas veces lleno mi cabeza de conversaciones estúpidas y sin sentido sobre modas, cotilleos, belleza…, gastando mis valiosas y queridísimas neuronas?
¿Cuántas veces me pierdo entre mi ansiedad, mi ego, mi pereza y mis excusas interminables para no cumplir con la rutina y mis objetivos marcados?
¿Cuántas veces me siento agobiada por estar demasiadas horas en casa, cuando podría salir simplemente a caminar y deleitarme de los maravillosos paisajes que nos envuelven?
¿Cuántas veces he dejado de serme fiel, de estar en paz conmigo misma por querer gustar a los demás, por querer destacar, por querer “quedar bien”, por el miedo a ser criticada, al qué dirán y/o por hacer lo que la gente espera de mí, olvidándome de lo que YO QUIERO? ¿Cuántas malditas veces he permitido eso?
Y yo me pregunto… si le pasa a alguien más. Si alguien más está sumergido en esta sociedad enferma que nos hace olvidar de lo sencillo. Lo sencillo y real.
Real como lo son las sonrisas de los niños pequeños (inocentes y repletos de ilusión), real como las miradas que gritan sentimientos profundos y que pueden llegar a desgarrar el alma, real como la brisa del mar cuando acaricia nuestras mejillas y nos recuerda su grandeza. Sencillo como tender la mano al de al lado y no empujarlo al abismo ni competir contra él, sencillo como ver lo valioso de la vida de cada uno y no lo que nos falta, sencillo como lo es la naturalidad de ser uno mismo y el dejarnos ser libres y espontáneos; sin miedos, sin presiones sociales, sin tabús, sin etiquetas.
¿Cuándo hemos olvidado todas esas cosas?
¿Cuándo?
¿Y Cuándo las recuperaremos?
¿Y a ti…QUÉ TE HACE FELIZ?
Atentamente y con cariño, ♥

👏👏👏
Gracias 🙂
Estoy de acuerdo en muchos aspectos de tu post contigo, la felicidad es tener paz interior, sentirse en calma con todo y con todos.
Como dices, muchos nos hemos preguntado eso alguna vez.
Genial tu entrada!!⚘
Muchísimas gracias! También me gustó mucho tu blog 🙂