¿Alguna vez has querido cambiar lo de que te rodea sin haberte cambiado a ti mism@?
Sientes impotencia por no poder cambiar a tu pareja, a tu madre, a tu herman@, tus compañeros de trabajo… y te esfuerzas continuamente porque ellos cambien, sintiéndote frustrad@ una y otra vez?
Te contaré un secreto:
No sabes cuántas veces me he sentido impotente porque lo de afuera no era como yo quería, por esperar siempre que la gente fuera bondadosa, compasiva, generosa.. que todo el mundo fuera respetuoso, por esperar que mi hermano, mi madre, gente de mi entorno cambiara…hasta que por fin lo entendí:
DE ADENTRO HACIA AFUERA
¿Cómo voy a exigir respeto sino practico el respeto? Cómo voy a pedir generosidad si yo misma he sido egoísta en multitud de ocasiones? ¿Cómo pedir compasión si ni siquiera he sido compasiva conmigo misma?
Además, ¿acaso tengo el poder y la influencia de cambiar a las demás personas, a mi entorno y al mundo?
Obviamente no. Al menos ahora mismo, tengo poca influencia sobre ello.
¿Entonces, qué hacemos la mayoría de nosotros malgastando nuestras energías en situaciones que no pueden cambiarse?
Y es que sólo podemos hacernos cargo de aquello que está en nuestras manos: tal como decía Stephen R. Covey solo puedes incidir en tu círculo de influencia y éste seguramente sea mucho más pequeño que tu círculo de preocupación. A todos ( o a casi todos) nos preocupan muchos temas, pero es un error gastar energía en aquellos aspectos que realmente no podemos hacer nada al respecto. Lo que sí podemos y debemos hacer, es centrarnos en lo que de verdad podemos mejorar, para que poco a poco, nuestro círculo de influencia se expanda y podamos hacernos cargo de más responsabilidades. Estando realmente preparados para ello.
“Las victorias privadas preceden a la victorias públicas. No se puede invertir este proceso, así como no se puede recoger una cosecha antes de la siembra. Trabajando sobre nosotros mismos en lugar de preocuparnos por las condiciones, podemos influir en las condiciones.” (Covey,1989, pág.79)
Si no sabes como empezar a trabajar en ti mism@, te ofrezco tres pequeños consejos que considero que te serán de gran ayuda, para que los puedas llevar a cabo a tu propio ritmo:
-
Aprende a crecer de dentro hacia fuera. Ahí está la clave. Conocernos primero a nosotros mismos para poder después, comprender un poco mejor el mundo. Escucha tus emociones, tu voz interior, siente la calma o la tormenta y empieza a trabajar desde lo más profundo de tu interior, al fin y al cabo, es sobre lo único que tienes todo el poder. Cuando comprendas esto, tu vida se volverá más fácil y efectiva.
- Desiste. Cede cuando veas que no tienes ni puedes tener el control sobre lo que sucede. Te aseguro que vivirás mucho más en paz, que te sentirás más aliviado, dejando de luchar contra tu ego: “Yo puedo cambiarlo, va a cambiar por mí”
- Hazte cargo de ti, de tu propia persona: da lo mejor de tu interior, potencia tus virtudes, trabaja tus defectos, hazte responsable de tus actos….y después, acompaña a otros en el camino para conseguirlo y hacer de nuestro entorno un lugar un poquito mejor. No podemos construir un castillo si aún no sabemos ni siquiera poner los cimientos.
Y es que pretendemos cambiar el mundo sin darnos cuenta de que lo único que podemos cambiar…es a nosotros mismos. Y cuando te cambies a ti mism@…muchas cosas cambiarán situándose en tu misma frecuencia energética. Porque no atraemos lo que queremos, atraemos lo que somos. Hasta que tú no seas tu mejor versión, no atraerás ni personas que hayan trabajado para dar lo mejor de ellas mismas ni situaciones que estén a la altura de lo que tú deseas.
Sana tu interior y verás resultados en el exterior. Cambia tus pequeños “fallos” en tu matrimonio, en tu familia, tu trabajo, y quizá así, veas pequeños cambios en ell@s. Y si no los hay…siempre puedes decidir alejarte y ir a por lo que te mereces.
Porque el mundo es un reflejo de lo que somos, el mundo puede ser frío y oscuro o puede ser brillante y luminoso.O puede ser el equilibrio perfecto si tu mente y tu cuerpo están en equilibrio.
Dejemos de aferrarnos a lo que no nos pertoca y hagamos todo lo posible con lo que esté a nuestro alcance.
Dejemos de forzar situaciones y personas externas y cambiemos por dentro, sólo así, nuestra percepción y por ende, nuestros paradigmas cambiarán y nuestro mundo será “distinto”
Dejemos de exigirle a la vida y trabajemos en armonía con ella. Si cuidas tu interior,el exterior será un reflejo y estará mejor cuidado.
Es imposible que una persona rota reconstruya partes de otros cuerpos.
Solo un corazón que esté lleno de amor puede dar y recibir amor.
Solo un alma reparada y en paz puede aportar paz a los de su entorno.
No puedes frenar el tren, pero si puedes bajarte en una parada y descansar si así lo necesitas. Los cambios son lentos, a veces dolorosos, y por ello, necesitas de tu insistencia y de tu fuerza interior.
Cuida tu energía, no la malgastes, utilízala para hacer algo productivo y real: que esté en tus manos (¿Se te dá bien el dibujo? Práctica, hazte bueno y después… muestra, enseña…, ¿sufres por el medio ambiente?, práctica métodos y estrategias para no contaminar tanto, estudia, fórmate, haz voluntariados, y después… conciencia a los de tu alrededor.
Vive la vida como quieres vivirla, el poder sobre ti está en ti. Y solo así, puede que llegue el día en que sea tan grande que se propague más allá de ti y consigas cambiar el exterior.
Bibliografía:
Covey, S. (1989), Los siete hábitos de la gente altamente efectiva. Nueva York. Espasa Libros.
0 comentarios